Mamá abrazando a su hija.

7 consejos sobre rabietas que debería conocer

Observar cómo se desarrolla la personalidad de un hijo es un momento apasionante en la vida de los padres. Permite ver en quién se está convirtiendo el niño y observar cómo se desarrolla su humor, sus emociones y su razonamiento. Sin embargo, a medida que su hijo crece, usted también enfrentará nuevos desafíos que deberá superar. Y eso se aplica especialmente a las rabietas. Las rabietas se producen cuando el niño tiene una explosión intensa de enojo o frustración. Pueden ser estrictamente físicas, verbales o una combinación de ambas. Esto puede incluir llevar adelante conductas desagradables, golpear, gritar o negarse a moverse. En general, las rabietas se deben a no poder procesar los sentimientos de otras formas. A continuación, encontrará siete consejos sobre rabietas que necesita conocer para ayudar a manejar la conducta de su hijo.

 

¿Cuál es el origen de las rabietas?

Debido a la incapacidad de los niños de comunicarse verbalmente, las rabietas tienden a ser desproporcionadas a las circunstancias que las rodean. Son causadas por frustración, por querer llamar la atención, por el deseo de algo tangible como una golosina o un juguete, hambre, cansancio o incluso cuando el niño está intentando evitar hacer algo. La rabieta es una representación directa del conflicto interno que sienten por esos tipos de emociones y por eso puede detectarse tempranamente; cuando se la maneja adecuadamente, puede utilizarse como un instrumento de aprendizaje. Una de las mejores maneras de anticipar una rabieta es conocer las señales de comunicación no verbal de su hijo. Esto puede ayudar a entender mejor sus emociones cuando están atrapados intentando comprenderlas. Si bien no es factible para todas los otros sentimientos en desarrollo, ayudarlo a estar bien descansado y saciado al menos puede aumentar el umbral para esos tipos de estallidos.

 

7 maneras efectivas de lidiar con las rabietas

Las rabietas infantiles son bastante comunes y completamente normales en niños de uno a cuatro años. Sin embargo, que sean normales no significa que deban ser completamente toleradas. Por el contrario, use algunos de estos consejos efectivos para lidiar con las rabietas y enséñeles a sus hijos a expresarse adecuadamente en momentos de frustración o enojo.

Trate de estar tranquila

Una de las maneras más importantes de lidiar con las rabietas es mantener la calma. Lamentablemente, esto es difícil para muchos padres. Es duro ver a su hijo sentir tanta angustia, y puede ser todavía más difícil cuando ocurre en lugares públicos. No obstante, usted es el adulto y si comienza a reaccionar negativamente a la rabieta del niño, solo empeorará las cosas. Gritar o incluso intentar razonar con su hijo puede subir el nivel del conflicto. Nunca le pegue a su hijo como respuesta a una rabieta ni por ningún otro motivo. La violencia física contra un niño nunca está justificada.

Por el contrario, se recomienda que mantenga la calma, sin ignorarlos. Pruebe sentarse en el piso junto a su hijo durante una rabieta, simplemente para estar presente. Nunca se vaya de la habitación, ya que a futuro eso puede generar problemas de abandono. En todo caso, las rabietas son una excelente manera para que los adultos practiquen la paciencia.

Conozca los factores desencadenantes de su hijo

Otro modo excelente de lidiar con las rabietas de su hijo es directamente intentar evitarlas. Una vez que conoce los factores desencadenantes de su hijo, tiene los recursos potenciales para esquivar las rabietas. Algunos factores desencadenantes en los niños son no obtener un juguete que quieren, compartir con otros, comer ciertos alimentos o pasar de una actividad a otra durante el día. Una vez que conozca estos factores, podrá comunicarse con su hijo más eficazmente y reducir la intensidad y la frecuencia de las rabietas. También podrá evitar situaciones que puedan derivar en una rabieta, mientras siguen desarrollándose las destrezas comunicativas de su hijo.

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Enséñele formas de expresarse

Dado que a menudo las rabietas son la manera en que el niño se expresa, intente enseñarle alternativas. Una manera de hacerlo es ayudar a sus hijos a etiquetar las emociones desde una edad temprana. Hay libros y recursos fantásticos para enseñar expresiones faciales, palabras emotivas simples y sentimientos para que ellos puedan expresarse. Sin este vocabulario y estos conocimientos, el niño seguirá dependiendo de las rabietas.

Hable sobre las rabietas

Inmediatamente después de una rabieta, una vez que el niño se haya calmado completamente y las sensaciones hayan cedido, siéntense y hablen juntos de lo que sucedió. Asegúrese siempre de reconocer los sentimientos del niño, use términos y frases sencillas, e intente encarar cada uno de estos ataques como una experiencia de aprendizaje. Cuando le demuestre a su hijo que valora sus sentimientos y que comprende su frustración y al mismo tiempo le brinda maneras alternativas de manejar estas cosas, estará reforzando las conductas correctas y reducirá el riesgo de que se repitan las rabietas.

Practique el amor y la compasión

No importa lo frustrante que sea ver cómo su hijo va cayendo en otra rabieta: siempre practique el amor y la compasión. Si bien no se recomienda hacerlo necesariamente durante el ataque porque puede reforzar el comportamiento, crear un ambiente abierto de aceptación alentará a su hijo a compartir lo que siente con palabras. Es fundamental que su hijo sepa que usted se interesa y lo ama después de que haya pasado la rabieta. Esto puede ayudar a que su hijo construya una madurez emocional sólida.

No refuerce los comportamientos negativos

Algunas cosas pueden reforzar las conductas negativas de una rabieta, lo que aumenta el riesgo de que haya más estallidos. Si bien la forma más sencilla de poner fin a una rabieta es ceder a lo que sea que el niño esté exigiendo, hacerlo le enseña que esa es una manera correcta de obtener lo que desea. De manera similar, abrazarlo o expresar compasión durante una rabieta refuerza internamente que esa conducta es aceptable. Trate de evitar los reforzamientos negativos y, en su lugar, mantenga la calma y deje que pase el momento antes de entrar en acción. 

Redireccione la atención de su hijo

Una manera activa de ayudar a lidiar con las rabietas es distraer a su hijo si nota que está comenzando una. Esto puede ser algo difícil de dominar, ya que a veces las rabietas aparecen de la nada, pero si lo hace, podrá evitar el colapso emocional. Ante las primeras señales de alarma, pruebe mostrándole algo que le interese, comience un juego, ponga música y pídale que baile, o salga a jugar al patio. Esto puede ayudar a redireccionar la atención y evitar, o no, una rabieta.

Hay algunas cosas que pueden empeorar las rabietas. Las rabietas son comunicativas, por lo que es importante que los padres dejen en claro que entienden que su hijo quiere algo. Esto es parte del proceso de tranquilizarlo, ya que decir "no" repetidas veces o ignorar al niño puede empeorar la situación. En lugar de eso, tómese el tiempo de decirle a su hijo que sabe que quiere algo, para que se sienta escuchado y comprendido. Esto hace que se pase del modo rabieta a la resolución del problema, y le permitirá a usted abordar mejor la situación. No diga simplemente "no" como respuesta a la conducta de su hijo.

No intente controlar a su pequeño o sus emociones. Esto puede intensificar el deseo de ejercer poder del niño, lo que crea un ciclo de retroalimentación negativa que lleva a que lo desafíe aún más.

También es importante recordar que cuando un niño tiene una rabieta, queda atrapado en la parte emocional de su cerebro. Esto hace que le sea extremadamente difícil procesar el razonamiento lógico. Sin embargo, cuando usted reacciona de acuerdo con esta conducta, se genera una oportunidad de ayudar al niño a recuperar el autocontrol.

Qué hacer después de una rabieta

Luego de que haya pasado la rabieta, usted debería hacer algunas cosas para fortalecer la comunicación constante y reducir futuros incidentes. Primero, elogie a su hijo por haber tenido el autocontrol necesario para calmarse. Al enfocarse en el aspecto positivo de una rabieta, podrá evitar reforzar las conductas negativas. También es importante reconocer sus sentimientos y su frustración para poder generar confianza y comprensión. Trate de ayudar a su hijo a poner nombre a las emociones que sintió usando palabras y aproveche la rabieta como un momento de enseñanza. Piense en formas en las que ellos podrían frenar este tipo de problemas en el futuro sin enojarse, lo que ayudará a fortalecer el desarrollo e independencia del niño. Finalmente, independientemente de lo que esté sucediendo en su vida, intente dar un buen ejemplo y evite mostrar conductas negativas cuando se sienta frustrada. Aunque puede ser difícil, sus hijos la observan y, a la larga, imitarán sus mejores y peores comportamientos.

Conclusión

En resumen, las rabietas pueden ser un desafío para los padres, pero con las estrategias adecuadas pueden controlarse eficazmente. Manteniendo la calma, ofreciendo opciones, utilizando técnicas de distracción y siendo coherentes con las consecuencias, los padres pueden ayudar a sus hijos a aprender a regular sus emociones y a expresarse de forma saludable. También es importante recordar que cada niño es diferente y que lo que funciona para uno puede no funcionar para otro. Con paciencia, empatía y voluntad de aprender y adaptarse, los padres pueden sortear los altibajos de las rabietas y ayudar a sus hijos pequeños a desarrollar las habilidades que necesitan para desarrollarse.

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